Rita siempre anda a la caza de un proyecto en el que pueda convertir algo no querido en algo que pueda ser utilizado, apreciado y disfrutado. Rita tenía este viejo y oxidado carro de cocina que una vez perteneció a su bisabuela y que ahora coleccionaba polvo en el sótano; era el proyecto perfecto para rellenar un espacio con algo muy especial. ¿Qué os parece?
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